jueves, 27 de abril de 2017

Reflexión sobre la Actitud

Un gran amigo mío me diría: "es una cuestión de actitud", y sí, "la actitud es más importante que la aptitud", decía Churchill. Pero la actitud es muy variante y está muy relacionada con las circunstancias que nos rodean y con la manera en la que cada persona afronta dichas circunstancias. Por tanto, cómo podemos controlar aquello que nos afecta e influye y condiciona nuestra propia actitud, la cual podemos definir como la manera en la que nos mostramos a los demás, la forma en la que nos relacionamos con nosotros mismos y la imagen que transmitimos al exterior. 
Desde mi punto de vista y mi experiencia, la respuesta se encuentra en el conocimiento y en el grado de conciencia y vivencia que se haya tenido sobre la relación existente entre la actitud, el estado de ánimo y las circunstancias acontecidas en la vida. Si somos conscientes de que la actitud es una cuestión de elección personal, y que la actitud que decidamos tener en una circunstancia determinada condiciona y modifica nuestro estado de ánimo, podemos concretar que el estado anímico que nos generan las circunstancias creadas y advenidas, está condicionado por la actitud que hayamos elegido tener. Esta afirmación la sintetiza magistralmente Ortega y Gasset en su aforismo "las circunstancias condicionan pero no determinan", el cual refleja el papel activo del ser humano ante sus circunstancias, dándole la libertad de decidir si la circunstancia que vive le determina o sólo le condiciona. Por ello, continúa Ortega con otra fórmula que complementa la anterior y que hace referencia a que "el vivir de cada cual es igual a su circunstancia más las decisiones que toma en ella", es decir, que la vida de cada ser humano es igual a la actitud con la que decida afrontar sus circunstancias, de ahí que Ortega culmine con su sentencia más conocida de "yo soy yo y mis circunstancias, y si no la salvo a ella, no me salvo yo", en la que expresa que el "yo" tiene capacidad de elección sobre la circunstancia y, por tanto, puede elegir qué actitud adoptar.
Los valores, los aprendizajes, las experiencias, las motivaciones, las ilusiones, las gratificaciones, los deseos, etc., todos estos elementos están relacionados con la actitud, es decir, con nuestra manera particular de gestionarlos y decidir cómo queremos estar interiormente y cómo queremos mostrarnos hacia el exterior. Las actitudes varían en función del estilo de vida que por diferentes motivos se va adoptando. El hábito y la rutina estandarizan la actitud por la certidumbre, y es en la incertidumbre, ante lo desconocido y los imprevistos, donde emergen las actitudes más dispares, variopintas e ingeniosas.
Quiero cerrar este post con un precioso texto de Pablo Neruda en el que contrapone dos actitudes antagónicas de manera clara, precisa y concisa, y que dice así:

"Muere lentamente quien se trasforma en esclavo de los hábitos, quien no se arriesga, quien evita una pasión, quien no arriesga lo cierto por lo incierto, quien abandona antes de empezar, quien se queja de su mala suerte, quien no viaja, ni lee, quien no sueña ni persigue sueños, quien no confía, quien no lo intenta, quien no ama; lo contrario, es estar vivo".

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