El presente post está enmarcado en el ámbito de la educación, y
más específicamente en el de la orientación educativa, tratando de arrojar
cierta luz a la intervención con una adolescente que, como sucede en muchos
casos, se encuentra inmersa en esa etapa evolutiva tan compleja y maleable como
es la adolescencia.
El caso es el de Nerea, una alumna de 2º de la ESO, que
en este curso escolar realiza llamadas de atención, hace comentarios
en voz alta que interrumpen el desarrollo normal de la clase. En estos
momentos muestra interés hacia la resolución de problemas, siendo
capaz de plantear hipótesis. Ya no necesita trabajar con aspectos
concretos. Con sus compañeros se relaciona bien pero este curso escolar ha
realizado un cambio de amistades, se relaciona con un grupo
de chicos y chicas que suelen estar metidos en problemas por no
respetar las normas del centro. Físicamente no ha crecido mucho y
esto le produce ansiedad e inseguridad. Los padres refieren
que está muy cambiada, antes se mostraba muy comunicativa y
muy presente en la vida familiar y que desde hace un tiempo se
muestra distante, con comportamientos tan pronto muy
infantiles como de adulto pidiendo un aumento en la paga, volver más
tarde cuando sale…
El caso de Nerea presente rasgos comunes a muchos adolescentes que
por el momento evolutivo en el que se encuentran, presentan conductas
similares, algunas que podemos catalogar dentro de unos parámetros normales de
desarrollo como a continuación veremos, y otras, que son fruto de un desarrollo
social y cognitivo complejo que se debe conocer en profundidad para guiar al
adolescente en la marea que supone dicha etapa evolutiva. En este sentido, la
psicología evolutiva otorga a la adolescencia un papel fundamental de cambio,
estudiándose ésta desde todos sus aspectos: físico, cognitivo, afectivo, social
y moral, pues son muy variados los cambios que se producen en esta etapa y que
requieren, desde el ámbito educativo y formativo, un profundo conocimiento para
llevar a cabo estrategias adecuadas de intervención que puedan adecuarse a la
realidad que viven los adolescentes para guiarles y ayudarles a afrontar los
problemas y las dificultades que encuentran a lo largo de dicha etapa.
La adolescencia es considerada una etapa de cambios a muchos niveles.
De manera resumida y sucinta, Delval (2002) nos muestra tres cambios
fundamentales, uno a nivel físico que tiene que ver con cambios corporales y
con una aceleración del crecimiento, otra a nivel psicológico relacionado con
la forma de afrontar los problemas y entender la realidad, y un último cambio a
nivel social relacionado con la búsqueda de su lugar en la sociedad y con un
cambio en las relaciones que establece con sus iguales y con los adultos. A
nivel físico, el cambio más característico que conlleva a su vez una
modificación del cambio del cuerpo, es la pubertad, cuyos cambios asociados a
la misma son distintos en la mujer y en el hombre. A la pubertad se la ha
considerado como el tránsito de la infancia a la adolescencia, pero “la
pubertad es un fenómeno físico que conviene diferenciar de la adolescencia, la
cual, como veremos, depende mucho de factores del ambiente social” (Delval,
2002, p. 531). En esta interacción social, es importante tener en cuenta las
diferencias físicas entre sexos, ya que no se evoluciona al unísono, sino que
en la mujer, el aumento del peso y el incremento de la estatura se produce
antes que en los hombres, lo que conlleva diferencias en los modos de
relacionarse según las edades, produciéndose en muchos casos importantes
complejos derivados de la imagen corporal con la que cada uno se perciba, y que
hay que diferenciar de la consciencia del esquema corporal. Para un estudio
profundo del esquema corporal y su relación con la imagen del cuerpo, os
recomiendo las aportaciones que realiza Françoise Dolto en su libro “La imagen
inconsciente del cuerpo” (1986).
En el caso de Nerea, se detecta una posible maduración tardía
derivada de menor desarrollo físico, lo que le ha conllevado un posible
complejo de inferioridad al compararse con las demás compañeras que han tenido
un desarrollo físico normal, derivado de este complejo emergen los
comportamientos ambivalentes y las conductas infantiles y, posiblemente, el
cambio de amistades con comportamientos más disruptivos y que seguramente hacen
causa común de la infantilidad manifestada. Es importante tener en cuenta que
los cambios psicológicos en esta edad están muy relacionados con las relaciones
que establecen, con las expectativas sobre los modelos que escogen seguir y que
en muchos casos derivan en complejos y acciones que pueden dañar su salud. Y es
que estamos ante un momento en el que el desarrollo del autoconcepto, la
autoestima y la identidad personal cobran especial relevancia, hasta el punto
de que las vivencias del adolescente van a tener una repercusión casi
determinante en la conformación posterior de estos aspectos. Esta maduración
tardía influye también en el control cognitivo y emocional debido a que el
nivel óptimo de maduración y desarrollo de las funciones ejecutivas aún no se
ha alcanzado, apareciendo conductas entremezcladas de carácter infantil junto a
conductas de cierta madurez, aunque Nerea presenta rasgos de operaciones
formales, al ser capaz de plantear hipótesis, por lo que será capaz de combinar
de todas las maneras posibles ideas, objetos y factores, otorgando así a su
razonamiento una generalidad que antes no tenía (Martí, 1991).
A nivel Social, el grupo de amistades ha cobrado especial
relevancia como se muestra en la descripción del caso en el que las nuevas
amistades tienen un perfil concreto que influye directamente en el
comportamiento que está manifestando y que describen los padres. Y es que las
amistades influyen en el desarrollo de habilidades sociocognitivas relacionadas
con la empatía, el altruismo y las conductas prosociales relacionadas con sus
iguales (Eisenberg, Spinrad y Morris, 2013, citados por Ortuño, 2014). La
relación con la familia en este periodo se ve modificada por un cuestionamiento
de las reglas y normas, pues mientras los padres pretenden que se cumplan, los
adolescentes pretenden cambiarlas o modificarlas según sus intereses
particulares, y “esa modificación en los lazos familiares se ve facilitada por
el establecimiento de nuevas relaciones afectivas con los amigos y la amistad adquiere
una importancia que no tenía antes” (Delval, 2002, p. 575).
Nerea se encuentra en un momento de conflicto interno, de
afirmación de su identidad, de aceptación de sí misma mediante un adecuado
autoconcepto, de reafirmación que se manifiesta en las llamadas constantes de
atención interrumpiendo en clase para ser el centro de atención de las misma, y
con ello hacerse notar, como si quisiera decir a los presentes “estoy aquí”. En
el estatus de identidad (Pérez Blasco, 2014), Nerea se encuentra en la fase de
moratoria, es decir, se encuentra explorando posibilidades distintas, pero sin
un compromiso firme en su conducta, de ahí la variabilidad detectada por sus
padres en el comportamiento. Se encuentra ambivalente, al mismo tiempo que se
hace notar cuan niña pequeña infantil que requiere autoafirmación y
reconocimiento de los demás, muestra conductas de mayor madurez, realizando
hipótesis y mostrando un razonamiento hipotético-deductivo con razonamientos y
deducciones de persona adulta. La relación con sus iguales es buena y adecuada,
pero ha cambiado de amistades dirigiéndose a un grupo más disruptivo, con menos
límites, cambio motivado por una necesidad de aceptación de tal grupo al verse
diferente al grupo anterior, más maduro, serio y responsable, y con el que muy
probablemente ha empezado a compararse debido a las diferencias físicas, lo que
hace emerger en ella complejos que la vuelven más insegura y vulnerable, por lo
que requiere de una mayor aceptación del grupo. Con los padres, Nerea ha
perdido la comunicación espontánea, fruto de una falta de confianza en ellos,
por lo que se muestra distante física y afectivamente, mostrando
comportamientos ambivalentes hacia ellos, lo que indica llamadas de atención
hacia sus padres, posiblemente por una demanda de afecto o/y de límites. Es
imprescindible saber en qué estilo paterno-filial ha estado educada Nerea para
determinar la influencia del mismo sobre el comportamiento de Nerea y la
actitud y decisiones que ha tomado con respecto a la relación con sus padres.
Este análisis hay que realizarlo desde la relación de afectividad o control en
la que se ha desarrollado la relación, teniendo en cuenta el modelo
predominante de los padres a la hora de comunicarse e interactuar con Nerea, si
han sido más democráticos, más autoritarios, más permisivos o más negligentes,
sin obviar que estos modelos no son excluyentes, sino que en el tiempo de
relación paterno-filial, estos modelos se pueden combinar en cierto grado en
función de los rasgos de personalidad de los progenitores y de sus
conocimientos.
Por todo lo comentado a nivel descriptivo de la situación de Nerea
y de las hipótesis realizadas, debemos concretar y organizar una intervención
centrándola desde distintos niveles. Un primer nivel debe basarse en la familia
a nivel de tutoría, un segundo nivel en Nerea desde una intervención individual
desde el departamento de orientación del centro, un tercer nivel desde la
tutoría grupal, y un cuarto nivel desde la tutoría entre iguales o grupo de
alumnos ayudantes.
Definida la organización de la intervención, las estrategias de
intervención que se llevarían a cabo en el caso de Nerea, serían las
siguientes:
1.- Intervención desde la tutoría presencial continuada con los
padres para definir el modelo paterno-filial, darles las pautas necesarias que
deben llevar a cabo en el hogar con respecto a los límites y a la afectividad,
así como estrategias de intervención en el hogar ante las llamadas de atención
que realiza en la escuela para que sean tratadas a nivel familiar, así como las
que realiza en el hogar para poder reestablecer la comunicación espontánea que
se ha perdido y aumentar en la medida de lo posible la confianza bidireccional.
Entre las tutorías presenciales se mantendrá un feedback semanal para que se
trabaje a diario en el hogar y viceversa.
2.- Intervención individual con la alumna desde el departamento de
orientación, para trabajar con ella en la mejora de su autoconcepto y su
autoestima para localizar las creencias erróneas sobre sus complejos y ayudarla
a que conciencie la irracionalidad de los mismos y se acepte así misma,
ayudándola a construir su identidad y a superar las concepciones infantiles que
está portando y que condicionan su comportamiento.
3.- Intervención desde la tutoría grupal, en la que se trabajaría
para reforzar lo llevado a cabo a nivel individual con el grupo-clase. Se
trabajarían los conceptos de identidad, autoconcepto, autoestima, esquema
corporal e imagen corporal, todos ellos tratados en el aula bajo un clima de
tolerancia y respeto, con material que atienda y sensibilice con respecto a la
aceptación de la diversidad y a la escala de valores de cada uno, utilizando
metodologías colaborativas en las que empaticen unos con otros.
4.- Intervención desde la tutoría entre iguales o alumnos ayudantes,
en los que previamente se ha seleccionado los alumnos que pueden ayudar a otros
debido a su grado de madurez, seriedad y responsabilidad. De esta forma, cuando
se interviene desde la posición de igual planteando previamente la dificultad
para dialogar, la empatía se incrementa al tratarse de un igual con respecto a
si lo hiciera un adulto, pudiendo tener un efecto positivo sobre el
comportamiento de Nerea. En este caso, las intervenciones serán, en ocasiones
de igual a igual, y en otras, cointervenciones en las que participará el tutor
o tutora con ambos alumnos.
El caso de Nerea es bastante común entre los adolescentes, y es
que se olvida con frecuencia que la adolescencia es una etapa evolutiva de
cambios inevitables más o menos controlados, pero que en ningún caso es lineal,
por lo que se debe admitir y aceptar que de todos los elementos que incluyen
dicha etapa, algunos se podrán ajustar y serán más moldeables a las
intervenciones y otros los serán menos. Se sabe que el modelo de relación paterno-filial
es muy importante en el desarrollo de la personalidad del adolescente, por lo
que hay que analizar profundamente la relación que Nerea ha tenido con sus
padres y viceversa, ya que es muy probable que los padres estén fomentando y
manteniendo, desde el desconocimiento, el comportamiento infantil de Nerea por
una sobreprotección familiar, o bien, que el modelo o modelos paternales de
relación deban ajustarse para ayudar a Nerea a modificar su comportamiento,
tanto con respecto a ellos como con respectos a sus iguales y a la escuela.
Las intervenciones que se pueden llevar a cabo con Nerea son muy
variadas y todas pueden aportar su granito de arena a su maduración. Desde la
ayuda de un igual hasta la aceptación de un modelo determinado de profesor, pasando
por una intervención orientativa puntual que pueda producir en ella un insight
y un aumento de su conciencia madurativa, o un efecto pigmalión hecho por un
profesor en un momento dado. Podemos concluir diciendo que Nerea es una
adolescente que requiere de comprensión, afecto y límites, y que dentro de los
distintos periodos de maduración que se producen en la adolescencia, ella se
encuentra en el suyo propio, y es desde la aceptación de su lugar y
posicionamiento, desde donde tenemos que llevar a cabo nuestra labor de ayuda
para que siga en el camino de la madurez.
Las referencias bibliográficas y webgráficas que he utilizado para
documentarme las escribo a continuación para quienes deseen profundizar más en
los temas tratados.
Bibliografía.
Delval, J. (2002). El desarrollo humano. Madrid, Siglo XXI de
España Editores.
Dolto, F. (1986). La imagen insconsciente del cuerpo. Barcelona,
Paidos.
Erikson, E.H. (1977). Identidad, juventud y crisis. Buenos
Aires: Paidós.
Martí Sala, E. (1991). Psicología Evolutiva. Teorías y ámbitos de
investigación. Barcelona, Anthropos.
Ortuño Sierra (2014). Adolescencia. Evaluación del
ajuste emocional y comportamental en el contexto escolar. Tesis Doctoral. Logroño:
Universidad de La Rioja. Servicio de Publicaciones.
Webgrafía.
Pérez Blasco, J. (2014). Desarrollo personal y social durante la
adolescencia, en Vidal-Abarca, E., García-Ros, R. y Pérez-González, F.
(Coords.). Aprendizaje y desarrollo de la personalidad. Madrid:
Alianza Editorial. Recuperado de: https://es.slideshare.net/IreneFontPujul/aprendizaje-y-desarrollo-de-la-personalidad-60169183.