La inteligencia emocional es un aspecto que cada vez se tiene más en cuenta en las interacciones personales que se desarrollan dentro de la organización. Es importante preguntarse por qué este aspecto ha cobrado tanta relevancia, qué beneficios aporta a la organización y cómo podríamos llevar a cabo un programa de emocionalidad dirigida.
Para contestar a esas preguntas debemos analizar qué se entiende porsentimiento, emoción y afecto, pues desde mi punto de vista no se puede hablar de inteligencia emocional o emocionalidad personal sin incurrir en estos tres conceptos que están directamente relacionados entre sí. En este sentido diríamos que el sentimiento es lo que percibimos mediante los sentidos y nos crea un estado de ánimo determinado que nos genera una emoción, la cual sería la manifestación física del sentimiento, es decir, de lo que nos llega a través de los sentidos y es transformado en respuesta física externa: el recuerdo, el pensamiento, las imágenes, los sonidos, etc., son elementos que nos pueden generar estados sentimentales con respuestas emocionales. El afecto sería la consolidación del sentimiento hacia el objeto, animado o inanimado, es decir, la repetición de la manifestación emocional hacia algo o alguien, que por propia repetición cesa en intensidad emocional dejando el afecto al descubierto. El afecto está dirigido hacia un objeto o sujeto, y significa estar “tocado”, “afectado” o “inclinado” hacia…. Por ello, detrás de todo afecto hay una historia de sentimientos y emociones.
La parcela laboral-profesional no se escapa de estas manifestaciones del ser humano. Sabemos que el rendimiento de un colaborador está directamente relacionado con sus estados anímicos. Los responsables de personal, desde sus respectivos ámbitos, no pueden controlar los estados anímicos de los colaboradores generados en sus parcelas personales y que son transferidos al ámbito profesional, afectando a su rendimiento y a su productividad. Estos estados pueden ser disimulados durante la práctica laboral, por ello, la organización debe estar preparada para trabajar con los colaboradores y revertir estados de ánimo improductivos por estados psico-físicos que incrementen el rendimiento del colaborador. Tres aspectos se pueden trabajar desde la tríadasentimiento-emoción-afecto: CONFIANZA, COMPROMISO e IMPLICACIÓN.
Para conseguir que los colaboradores de la organización se sientan comprometidos y se impliquen en su labor diaria es requisito indispensable ofrecer grandes dosis deconfianza, y además, generarles emociones relacionadas con la organización que le “afecten”, que le “inclinen” y le “toquen”, es decir, que el colaborador sienta afecto por el desempeño de su labor en la organización. La orientación del afecto a este fin requiere de un programa de intervención capaz de generar emociones en el colaborador, pero ¿por qué se hace imprescindible la emoción en la orientación del afecto? Porque tal y como indica Aucouturier “las emociones actualizan los afectos”, de esta forma podemos generar emociones que consoliden el afecto, el estar “inclinado” o “unido” a la organización, obteniendo como resultado mayor compromiso, implicación y dedicación.
Ahora bien, ¿cómo podemos actualizar el afecto? ¿Cómo podemos generar los sentimientos en nuestros colaboradores para que el afecto se consolide en la dirección que queremos? Mediante actos de interacción individual con el colaborador, pues como indica Sartre “el sentimiento se construye con actos que se realizan”, y yo añadiría que el afecto se construye con la generación de emociones repetitivas en torno al objeto hacia el que queramos que se incline el sujeto (colaborador). La interacción orientativa es un proceso facilitador de la orientación afectiva hacia la organización, pues permite generar emociones relacionadas con la valía personal y profesional, tanto de forma manifiesta como latente o potencial. Las organizaciones deben concienciarse de que el rendimiento laboral, la productividad de una empresa, está directamente relacionada con los estados psico-físicos de sus colaboradores, y el ámbito anímico-emocional-afectivo es vital y pieza clave de su productividad.
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